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La mujer maravilla: sin quejarnos, cansarnos o rendirnos, así es como nos exigen ser.

  • Foto del escritor: Aran Ramírez
    Aran Ramírez
  • 19 feb 2021
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 1 mar 2021

Publicado el 19 de febrero 2021| Aran Ramírez














Imagen: Wonder Woman Vintage Comics


Lo que hace el ocio. Pues resulta que me he puesto a ver esos canales de cocina, viajes, vestidos de novia y películas que siempre involucran a una mamá salvadora o una mujer engañada que crea un plan, nivel a lo James Bond, para descubrir al marido. Usualmente este marido, cuando es atrapado, en lo que coloquialmente se conoce como “en la mera movida”, intenta dar una sarta de explicaciones, sin sentido por supuesto, de cómo la mujer ha cambiado de lo que era antes, que ha subido de peso y se ha “descuidado” después de tener a los niños. Pero el verdadero descuido viene cuando nos dejamos a nosotras mismas por complacer a otros.


“Sanarnos es un acto personal y político y aporta tejer la red de la vida. Sanarnos pasa por la recuperación del territorio cuerpo, con el territorio tierra, como una hermosa posibilidad para la vida”
-Lorena Cabnal

Me he dado cuenta de la imposición cultural hacia la mujer, por fungir un papel de perfección irreal:


Si eres madre no te quejes, “¿para qué tuviste hijos entonces?”, pero a la vez “¡Ay! te ves demacrada, la maternidad te ha cansado”. “Te vez descuidada”, pero intenta verte feliz y fresca con el trabajo más difícil del mundo, supermamá, sin paga, exigiéndole a tu cuerpo y trasnochándote después de haber expulsado por tu vagina una vida completa.


Si eres una mujer trabajadora, “pues ni modo, es lo que toca” o “¿por qué no mejor te buscas un marido que te mantenga y te quitas de problemas?”, total, solo te pedirá a cambio tu subordinación, trabajo doméstico, hacerlo bien y de buena gana.


Si estás menstruando, “¡Uy! Que dramática, contrólate, seguro estas en tus días” o lo peor, el falso discurso de empoderamiento femenino: “no te recuestes”, “todo lo puedes”. Porque claro, hagamos una carrera de 5 kilómetros, porque el comercial de toallas sanitarias o tampones me dijo que era una gran idea ponerme a escalar una montaña con cólicos. Muchas gracias Saba, pero estoy inflamada, me encuentro sensible y hoy me quiero quedar a ver una película en la cama.


Lo peor es el doble estigma que conlleva la salud mental. Si tienes un trastorno, como la ansiedad, posiblemente ya has recibido comentarios como “estás exagerando”, “que dramática”, “no eres ansiosa, solo son nervios”, “esa no es una enfermedad real”. El famoso, y hasta cómico, “solo tienes que tranquilizarte y vivir un día a la vez”. Iluminado seas Juan, nunca lo había pensado así, se me ha quitado la ansiedad mágicamente.





Ahí viene un espacio donde es necesario el autocuidado, la salud mental es tan importante como la física, y una no lo pensaría, pero intentar cuidar de ti misma trae consecuencias también. Que si “la terapia es para locos o locas” o “solo la gente débil necesita terapia” y el “esas cosas no sirven”.


Encontrar espacio en una rutina que apenas te da tiempo de comer o dormir, es un acto de rebeldía, porque dentro de un sistema que nos quiere exhaustas, decidir cuidarnos es político.


Cuídate, pero no te daré el tiempo para hacerlo, ve a terapia, pero no te daré los recursos para pagarlo, ven a mi acceso público para la salud mental, pero lo haré deplorable para que solo puedas sacar cita cada 2 meses. Ya mejor supéralo. Atentamente: El estado.


“La humanidad ha aprendido la explotación en el cuerpo de las mujeres, ahí se sostiene el capitalismo también, en todo el trabajo que hacemos las mujeres y que no es pagado, que le beneficia, no al esposo, sino al patrón”
-Adriana Guzmán

Es el sistema patriarcal el que nos quiere cansadas, exprimidas, débiles, malnutridas e incapaces de pensar o actuar, pero al mismo tiempo, quiere que aguantemos todas estas condiciones precarias, machistas, injustas e irracionales y las tomemos con una sonrisa, con la mejor cara que le podamos dar a la sociedad, porque a la gente le causa incomodidad la responsabilidad de saber, el reconocer nuestro malestar y tratar empatizar con él.


Es más fácil darnos la vuelta y pretender que somos la superheroína de las historietas, aquella que todo lo puede y que nada le afecta, la que siempre le ha tocado ser el pilar de los demás, pero nunca la que pide ayuda, porque ella es la que ayuda a los otros. La que no llora porque tiene que ser el hombro donde otros lloren, la que no se cansa y además hace el trabajo del resto, porque el resto ya aprendió que ella puede, aunque no quiere.


¿Adivinen qué? La mujer maravilla, hoy se toma un día libre.

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Aran Ramírez

Publicista con orientación al copywriting, redactora por vocación y colaboradora feminista.

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